viernes, 22 de junio de 2007

UN TELSCOPIO DE 1 875 AUN PERSIGUE LOS ASTROS

UN TELSCOPIO DE 1 875 AUN PERSIGUE LOS ASTROS


El viejo telescopio Merz tiene 132 años y todavía sigue el rastro de las estrellas.

Empotrado en un pedestal de acero en el último piso del edificio cilíndrico del Observatorio de La Alameda, parece un reliquia rescatada de un ático oculto.

En su estructura de bronce se lee: Merz. München 1875, el año en que murió el ex presidente García Moreno, quien trajo el aparato.

Éricson López, doctor en Astrofísica, lo manipula con solvencia. Fija su estructura hacia los cuerpos celestes. Tiene una distancia focal de 3 metros y una lente de 26 centímetros de diámetro. Es el telescopio principal, de tres importantes, y se halla en plena operación.
Éricson López, físico y director del Observatorio, junto a la máquina que trajo García Moreno.
Foto: EL COMERCIO



Por el Merz, los científicos del Observatorio Astronómico de Quito han visto el paso de las cometas y en este comienzo de verano, Venus, Júpiter y Saturno lucen más brillantes.

El último fenómeno estelar que observaron, dice López, fue el eclipse lunar de marzo. Ahora alistan al antiguo Merz para otro eclipse lunar, previsto para septiembre. López muestra un pequeño motor eléctrico, que ha sido incorporado para automatizar la máquina añeja.

Hace apenas ocho meses, la informática es la gran herramienta, fijada al Merz, para controlar su movimiento, procesar los datos y analizarlos, hacer modelos y buscar explicaciones sobre la naturaleza de los astros.

Otro equipo: una cámara CCD de alta sensibilidad, especial para astronomía, transmite los datos al computador. López, con un PhD en la Universidad de San Petersburgo, Rusia, celebra la fusión de lo nuevo y lo antiguo.

La lente del Merz está intacta, como cuando fue traída en barco a Guayaquil y luego a lomo de mula para traspasar la cordillera.

Entonces los quiteños festejaron con juegos de artificio y música la presencia del telescopio, un objeto de magia que les llevó a las estrellas. Imagino a la gente de esos años, de levita y sombrero hongo, a la espera de un ver un leve destello planetario en un verano tórrido como el de hoy. Ahora, la unión del Merz y la informática permite avanzar en el estudio de la espectropía, la técnica que separa la luz de las estrellas en sus componentes. Con la sabiduría de la práctica cotidiana, López explica que cada onda de los cuerpos celestes, una vez localizada en el computador, es como las huellas digitales de estos.

“Son líneas espectrales que permiten desentrañar la distancia, la atmósfera, la rotación, entre otros elementos, de los planetas”.

El ámbito claroscuro del Observatorio se asemeja a un laboratorio inmemorial. A esto contribuyen los libros del siglo XVIII de los tiempos de la Misión Geodésica Francesa, bien ordenados en los anaqueles. 60 son los días despejados para mirar las estrellas en la Mitad del Mundo. En la zona austral de Chile pasan de 360 días. Pero esos días bastan para que el viejo Merz refracte la luz viva del Universo.

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